12 de abril del 2007, Lisboa, Estádio da Luz. Después de un primer partido en Montjuich donde, como una apisonadora, arrollamos al Benfica en una primera parte y nos dejamos marcar dos goles, sufrimos lo insufrible durante 90 minutos. Ocasión clara de Jonatas, el histórico paradón de Gorka. Fue la última vez que nos clasificábamos para unas semifinales de un torneo importante. Unas semanas después, en mayo, jugábamos contra el Werder Bremen nuestras últimas semifinales hasta el momento.
Ya han pasado casi 8 años desde entonces. Ocho años desde que escuchamos por última vez la palabra semifinales. Demasiadas cosas han ocurrido en este tiempo. Hemos desmontado el equipo n-ésimas veces, hemos fichado buenos jugadores, también muchos paquetes, campo nuevo, la deuda ha crecido a unos límites inasumibles y peligrosos y, a raíz de esta deuda, la plantilla se ha ido debilitando temporada tras temporada. Con todos estos acontecimientos ocurridos durante todos estos años, nunca tuvimos en mente el volver a jugar unas semifinales a corto/medio plazo, sólo sobrevivir y poder superar esta situación tan peligrosa. Pero aquí estamos, en semifinales ocho años después.
Por eso digo que ahora que sea lo que sea, la competición ya se puede considerar un éxito. Obviamente, una vez en semifinales, es para ganar y poder jugar la final. Pero poder vivir, tantos años después una semifinales, sentir esta ilusión, estos nervios, la adrenalina, el corazón a 1000. Vivir estos momentos olvidados y que pensábamos que tardaríamos muchos años a vivir es un éxito.
Tenemos 180 minutos por delante, 180 minutos que son un premio para todos, 180 minutos que nos merecíamos, 180 minutos donde sólo está permitido disfrutar.
Y ahora que pase lo que sea… Pero las semifinales son para ganarlas.
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