Somos un equipo especial, con una afición especial y en un entorno especial. Sólo hay un equipo en España que se puede equiparar a nosotros en una situación similar, el At. Madrid. Equipo sufridor que tiene que convivir cada día con un monstruo mediático del fútbol mundial. Posiblemente, una de las mayores diferencias es que nosotros somos más sufridores que ellos y, para tener más historia, tenemos menos palmarés. Y todo este entorno especial en el que nos hemos metido y nos ha tocado vivir hace que, a veces, nuestros futbolistas parezcan funcionarios del fútbol (con todo mis respeto a los funcionarios)
Tenemos una directiva, lamentablemente, conformista como pocas. A pesar de la historia que tenemos, la ciudad en la que estamos y el potencial social que tenemos, el único objetivo deportivo que marca nuestra directiva es el de no sufrir. Es su política de empresa, sus objetivos, su visión. Una cosa es ser realistas y otra cosa es ser conformitas. Y nuestra directiva tiene la triste virtud de ser de las más conformistas. Cada año la misma cantinela: estamos en una temporada de transición y nuestro objetivo es no sufrir. ¿Pero cuántas temporadas de transición llevamos? Esto, inconscientemente, se transmite hasta los profesionales del club, que trabajan sin la presión de unos objetivos ambiciosos. Saben que sus jefes, si salvan la categoría al final de año, ya estarán contentos. Ningún directivo les exige títulos o luchar por competiciones europeas. Ninguno se rasgará las vestiduras si, a final de temporada, sólo hemos conseguido quedar en mitad de la tabla. A eso yo le llamo trabajar sin objetivos y sin presión. Y ya sabemos cómo somos las personas, por naturaleza, cuando actuamos en este ambiente.
A esto le sumamos que el entorno mediático en el que estamos nos hace el caso justo. No sólo no somos el primer equipo de la provincia o comunidad, si no que la diferencia entre nosotros y nuestro vecino es abismal. En Zaragoza sólo hay un equipo y todas las miradas van hacia él. En Galicia sólo hay un equipo. Y en las comunidades donde hay más de un equipo las diferencias no son tan grandes. ¿En qué se traduce esto? Pues que a nivel mediático, nuestros jugadores tampoco sienten la presión de los medios. Si ganamos, ganamos y si perdemos, perdemos. Da igual. La atención y presión mediática está enfocada hacia otro sitio.
Por último, estamos nosotros, los aficionados. No sé si por nuestra historia deportiva más reciente, por la directiva tan conformista y poco ambiciosa o por todo un poco, pero tampoco presionamos lo que deberíamos. Si las cosas van mal, pues no es momento de presionar, para no poner nerviosos a los jugadores. Si las cosas van bien, pues no es momento o ya nos hemos olvidado. Al finalizar la temporada pasada, era el momento idóneo para expresar el cabreo generalizado y lo mal que lo habíamos pasado, pero “gracias” a los últimos 10 partidos tan tremendos y la remontada espectacular ya nadie se acordó. ¿Resultado? Pues que esta temporada, como si no hubiese padaso nada, volvemos a las andadas. Pasamos de ganar y jugar bien a no jugar nada, ¿y qué pasa? nada porque, tristeneme, nuestro objetivo es solamente no sufrir, porque esta es una temporada de transición. Siempre estará el directivo de turno que saldrá a recordárnoslo.
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