Los post-derby ya no son los mismo

Hace un par de semanas tuvimos el siempre tan esperado derby contra el Barcelona. Todos sabemos cómo fue. A pocos minutos para el final del partido Wu Lei empató. Teniendo en cuenta lo hondo en el pozo que estábamos, ese punto in extremis desató la locura. Demostraba que estábamos vivos y, probablemente, era el punto de inflexión que necesitábamos. Quien sabe si ese partido puede haber marcado un antes y un después para remontar el vuelo y salir de la mierda en la que estamos.

Estaba siguiendo en Twitter la euforia que embargaba a todo el mundo. Una euforia que todos necesitábamos para marcar ese punto de inflexión y pensar que sí es posible salir de ahí. Cuando de pronto me di cuenta de una cosa. El día siguiente iba a ser un día normal para mi, tan normal como el que llevo ya muchos años teniendo. En ese momento me di cuenta que hace muchos años que no tengo resaca post-derby.

Hasta el año 2010 siempre me había movido por empresas españolas, con gente de todos los equipos y, obviamente, barcelonistas. Especialmente en la última empresa tenía un par de seguidores que se calentaban rápido. Los lunes solían ser entretenidos. Nos picábamos mutuamente y nos divertía ver cómo nos picábamos. Nunca llegó a más, aún mantenemos la amistad 🙂

En el 2011 decidimos dejar el país y marcharnos a vivir a los Países Bajos. Allí coincidí con gente que le gustaba el fútbol y mi manager era un gran aficionado. Pero al Manchester City. Rodeado de holandeses, ingleses, polacos y alguna otra nacionalidad las conversaciones sobre fútbol perdieron intensidad.

En el 2012 dejamos Holanda para marcharnos medio año a Londres. Pasó algo parecido. Entre ingleses, algún nigeriano y alguna otra nacionalidad sólo había un madrileño al que el fútbol le daba bastante igual. Lo más próximo que tuve a una conversación de fútbol fue cuando el nigeriano me dijo que le gustaba el Espanyol y su jugador favorito era Tamudo. Me recordó el tamudazo y lo mucho que lo celebró.

Ese mismo 2012 decidimos volver a Barcelona, donde empecé a trabajar en King. A pesar de tener oficina en Barcelona, el ambiente era muy internacional. Y, entre todos los españoles, había muchos suecos, rumanos, ingleses, algún francés,… Y muchos españoles no catalanes. Lo cual, a pesar de todo, la probabilidad de hablar de fútbol bajaba mucho. Lo curioso es que había muchos futboleros (un seguidor del Manchester United, uno del R. Madrid, otro del At. Madrid, algún barcelonista), pero poco se hablaba del Barcelona. Mis mayores conversaciones fueron con el colchonero.

Y de ahí a Berlín en el 2017. Y bueno, no es ninguna sorpresa que no fue diferente. A pesar de ser varios españoles y un par de ellos seguidores del Barcelona, hablábamos muy poco de fútbol. No sé si por el hecho de estar rodeados de tantos no-españoles o debido a qué, casi nunca hablábamos de fútbol.

Y de Berlín nos movemos a la actualidad, donde llevo 2 meses desde que volvimos a mudarnos en Amsterdam. Aquí, por el momento, soy el único español entre muchos holandeses, alemanes, brasileños…

Así que mientras tú estabas probablemente eufórico celebrando el empate y, probable, punto de inflexión yo estaba en Haarlem pensando que al día siguiente no podría tocar las narices a nadie.

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