Al finalizar la pasada temporada escribía que sería la presente temporada la que definiría si la anterior había sido buena o no. Pues ya tenemos veredicto y podemos decir que ha sido patética, decepcionante y desilusionante. La trempera que tuvimos al llegar Chen se ha perdido, por el momento, en tan solo dos temporadas. Y, ¿quiénes son los culpables?
La directiva es culpable por no haber sabido montar un equipo competitivo con la base de la temporada pasada, por haber gestionado muy mal la expectativas y por haber engañado o, al menos, no haber sido claros. Nunca han sido claro, algo a lo que tristemente ya nos tienen bastante acostumbrados y en todo momento nos han hecho creer que este año teníamos un equipo mejor que el anterior. O en ningún momento han hecho lo contrario para que pensásemos lo contrario.
Lo del entrenador no tiene nombre. Un entrenador que transmite poca motivación y que a mitad de temporada decide que es su momento de marchar. Algo raro pasó, pero su amago de marcha al Stoke City marcó un antes y un después en su implicación con el equipo. No quiero decir que antes lo estuviese al 100% porque tampoco parecía derrochar implicación por todas partes, pero ese momento pareció generar un punto de bajada en la motivación.
Y finalmente tenemos los jugadores que parecen también haber contribuído a la patética temporada. ¿Cómo un equipo que ha estado coqueteando con los puestos de descenso durante gran parte de la segunda vuelta puede haber sacado tan magníficos resultados contra los grandes de la liga? ¿Cómo pueden haber cambiado la forma de jugar y la intensidad una vez cambiado el entrenados? Poco habla de la profesionalidad de unos jugadores si permiten que el equipo conquetee con puestos de descenso por el hecho de tener una mala relación con el entrenador.
Entre todos han conseguido cargarse la motivación e ilusión que teníamos todos. Entre todos, en sus diferentes responsabilidades, han demostrado una gran falta de profesionalidad. Sin importarles lo más mínimo la patética imagen o los aficionados que pagamos religiosamente nuestro carnet de socio o entrada al campo.
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