Leo estos días, con gran sorpresa y estupor, en dos blogs amigos (El pan de los pobres y Sentimiento Perico) que, durante la disputa del Espanyol-Sporting del pasado 28 de marzo, los Mossos d’esquadra indicaron a la seguridad privada del Espanyol que pidiese a todos aquellos seguidores que no estaban sentados en el área destinada a la afición rival, que se despojasen de todo aquel material y ropa relacionado con su club de fútbol.
Asombro porque la afición perica, a excepción del grupo de indeseables que todos conocemos, siempre ha demostrado su gran comportamiento y deportividad con el resto de aficiones. Y, también, asombro porque el Sporting no es, precisamente, lo que podríamos llamar un rival que requiera una vigilancia y seguridad especial. De hecho, a excepción del Barcelona y, en los últimos años el Madrid, ninguna afición rival requiere de vigilancia y seguridad especial, cuando viene a nuestro campo.
El primer problema que hay con esta actitud del cuerpo de seguridad de la Generalitat es la falsa alarma que se genera entre las aficiones rivales de que el campo de Cornellà es un campo peligroso donde la afición rival peligra si se ubica entre la afición local. Nada más lejos de la realidad. ¿Qué pensarán los aficionados del Sporting que recibieron dicha advertencia? ¿Qué harán en próximas visitas? ¿Qué pensarán aficiones rivales de otros clubs que hayan leído/escuchado dicha noticia? Y segundo problema, si esto es así, si es cierto que corrían algún tipo de peligro (y todos sabemos, lamentablemente, de dónde podría venir), ¿no sería más lógico controlar a los posibles agresores que no a los posibles agredidos?
Eso sí, lo que no nos sorprende es esa actitud ilógica de los Mossos d’Esquadra. Los mismos que, mientras que nos llueven vengalas del cielo, en vez de vigilar y controlar a los agresores, vigilan que los agredidos no se revuelvan, mientras seguimos recibiendo vengalas. Para ellos parece ser que es más peligroso el agredido que el agresor.
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